Hola, aventureros de Minecraft. Hoy quiero compartir con ustedes una historia que me ha inquietado durante mucho tiempo. No es una historia que encuentres fácilmente en foros o videos de YouTube; es algo que experimenté de primera mano, y todavía me pone los pelos de punta cada vez que pienso en ello. Esta es la historia de la Mina Prohibida, un lugar que te recomiendo evitar a toda costa.
Capítulo 1: El Inicio de la Aventura
Todo comenzó una noche tranquila mientras jugaba Minecraft. Había estado explorando un nuevo mundo en modo supervivencia, buscando recursos y construyendo una base. Después de unas horas de juego, decidí minar en una cueva que encontré cerca de mi hogar. Era una mina como cualquier otra, o eso pensé al principio.
Entré en la cueva con mis herramientas básicas: una espada, un pico de hierro y algunas antorchas. Al principio, todo parecía normal. Encontré carbón, hierro e incluso algunos bloques de oro. Sin embargo, cuanto más profundo avanzaba, más extrañas se volvían las cosas.
Empecé a notar algo inusual: las antorchas que colocaba en las paredes parecían apagarse solas. Pensé que tal vez era un glitch del juego, así que no le di mucha importancia. Pero luego, comencé a escuchar ruidos extraños, como susurros lejanos y el sonido de pasos que no eran míos.
Continué minando, tratando de ignorar los sonidos. Sin embargo, mi nerviosismo aumentaba con cada paso que daba. De repente, me encontré frente a una pared de piedra extrañamente colocada. Era una formación que no había visto antes en Minecraft. Decidí romperla para ver qué había detrás.
Detrás de la pared, encontré una entrada a otra cueva, pero esta no era una cueva normal. La atmósfera era completamente diferente, casi opresiva. Las paredes estaban cubiertas de una especie de musgo oscuro, y el aire parecía más denso. Aun así, mi curiosidad me llevó a explorar más.
Avancé con cautela, colocando antorchas a lo largo del camino. Noté que los bloques aquí no eran como los habituales; parecían más antiguos, como si hubieran estado allí durante siglos. Llegué a una gran sala con un lago subterráneo en el centro. El agua era negra y reflejaba la poca luz de las antorchas de una manera inquietante.
Mientras exploraba la sala, encontré una pequeña choza hecha de madera podrida. En su interior, había un cofre. Mi corazón latía con fuerza mientras lo abría, esperando encontrar algún tesoro raro. Pero lo que encontré fue mucho más perturbador: un libro titulado "Diario de un Minero".
Tomé el libro y lo leí con avidez. El diario pertenecía a un minero llamado Harold, y sus entradas describían su vida trabajando en la mina. Las primeras entradas eran bastante normales, hablando de su rutina diaria y los recursos que había encontrado. Pero a medida que avanzaba en la lectura, las entradas se volvían cada vez más extrañas.
Harold hablaba de cómo la mina parecía tener vida propia. Las antorchas se apagaban, escuchaba susurros y veía sombras moverse en la oscuridad. Describía cómo comenzó a perder la noción del tiempo y a sentirse atrapado. Las últimas entradas eran casi incoherentes, llenas de miedo y desesperación. La última página solo tenía una frase escrita repetidamente: "No salgas nunca de la mina".
Mientras leía la última entrada del diario, escuché un sonido detrás de mí. Me giré rápidamente, pero no vi nada. Sin embargo, la sensación de ser observado era abrumadora. Decidí que ya había tenido suficiente y empecé a regresar por donde vine. Pero el camino de regreso no era el mismo.
Las antorchas que había colocado estaban apagadas, y el musgo oscuro parecía haber crecido, cubriendo las paredes y el suelo. Empecé a correr, tratando de encontrar la salida, pero cada vez que doblaba una esquina, parecía que la mina se extendía más y más.
Después de lo que parecieron horas de deambular, llegué a un lugar que no había visto antes: una sala gigantesca con un altar en el centro. El altar estaba hecho de obsidiana y rodeado de cráneos de jugador. En el altar, había una figura oscura, una sombra que parecía moverse y cambiar de forma constantemente.
La figura se giró hacia mí, y aunque no tenía rostro, sentí su mirada penetrante. Un miedo paralizante me invadió. Intenté moverme, pero mis piernas no respondían. La sombra comenzó a acercarse, susurrando mi nombre. En ese momento, supe que tenía que salir de allí, o no sobreviviría para contarlo.
Reuniendo todas mis fuerzas, logré moverme y correr. Corrí sin mirar atrás, con el sonido de la sombra persiguiéndome. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, encontré la salida de la mina. Salí corriendo hacia la luz del sol, sintiendo que la sombra se detenía justo en el borde de la cueva.
Me derrumbé en el suelo, jadeando y sudando. Miré hacia la entrada de la cueva y vi que el musgo oscuro comenzaba a retroceder. Estaba fuera de la mina, pero el miedo seguía conmigo.
Después de mi escape, intenté advertir a otros jugadores sobre la Mina Prohibida. Publiqué mi experiencia en foros y grupos de Minecraft, pero muchos no me creyeron. Algunos pensaron que era solo una historia más para asustar a la gente. Sin embargo, unos pocos jugadores me contactaron, compartiendo experiencias similares.
Uno de ellos, un jugador llamado Alex, me envió un mensaje diciendo que había encontrado la mina y que iba a explorarla. Intenté advertirle, pero no escuchó. Días después, Alex desapareció del juego. Sus amigos y yo intentamos contactarlo, pero nunca volvió a aparecer.
La desaparición de Alex me atormentaba. Sentía que era mi culpa por no haber insistido más. Decidí que tenía que regresar a la mina para descubrir la verdad y, con suerte, encontrar a Alex. Me preparé mejor esta vez, llevando más provisiones y herramientas.
Cuando llegué a la mina, noté que la entrada estaba completamente cubierta de musgo oscuro. Con el corazón latiendo con fuerza, entré nuevamente. La mina parecía aún más siniestra que antes, y los susurros eran más fuertes.
Avancé con cautela, siguiendo el mismo camino que había tomado antes. Llegué a la sala con el lago subterráneo y la choza. Dentro de la choza, el diario de Harold seguía allí, pero había algo nuevo: una nota escrita a mano por Alex. Decía que había encontrado algo más profundo en la mina, algo que podría explicar todo.
Seguí avanzando, y eventualmente llegué a una puerta de hierro oxidado que no había visto antes. La abrí con cuidado y encontré una gran sala con un pedestal en el centro. En el pedestal, había un objeto brillante: una gema de color rojo oscuro.
Al acercarme a la gema, sentí una energía extraña emanando de ella. La recogí, y en ese momento, todo en la mina pareció cobrar vida. Las paredes temblaron, y la sombra apareció nuevamente, esta vez más sólida y tangible.
La sombra habló, su voz era un susurro combinado de mil voces. Me dijo que la gema contenía el alma de Harold, atrapada allí para siempre. La mina estaba maldita, y cualquier jugador que entrara corría el riesgo de quedar atrapado como él.
La sombra intentó arrebatarme la gema, pero me aferré a ella con todas mis fuerzas. Recordé que en el diario de Harold, él mencionaba un antiguo ritual para liberar almas atrapadas. Rápidamente, busqué entre mis cosas y encontré una página arrancada del diario que describía el ritual.
Seguí las instrucciones, recitando las palabras antiguas mientras sostenía la gema. La sombra gritó y se retorció, intentando detenerme. Pero con cada palabra que pronunciaba, sentía que la energía de la gema se debilitaba.
Finalmente, pronuncié la última palabra del ritual, y la gema explotó en una luz brillante. La sombra desapareció con un grito ensordecedor, y la mina comenzó a desmoronarse. Corrí hacia la salida, esquivando los escombros que caían a mi alrededor.
Salí de la mina justo antes de que la entrada se colapsara por completo. Me quedé allí, jadeando y sudando, mientras miraba cómo la mina prohibida se sellaba para siempre. Sentí una extraña sensación de paz, como si las almas atrapadas hubieran sido liberadas.
Volví a mi base, agotado pero aliviado. Decidí no contarle a nadie sobre la gema ni sobre lo que había sucedido realmente en la mina. Sabía que era mejor dejar que la leyenda de la Mina Prohibida se desvaneciera con el tiempo.
Desde entonces, he seguido jugando Minecraft, pero nunca más he vuelto a esa mina. Aprendí a respetar los misterios y peligros que el juego puede ocultar. Si alguna vez encuentras una cueva que te da una sensación de inquietud, recuerda mi historia y piénsalo dos veces antes de entrar.
La Mina Prohibida sigue siendo una leyenda entre los jugadores de Minecraft, una historia que se cuenta en susurros alrededor de las fogatas y en los foros. Y aunque muchos no la creen, yo sé la verdad. Y ahora, tú también.
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